Textos filosóficos fundamentales



Empezamos una nueva sección en Ratones de Biblioteca, donde os iremos presentado algunos Textos filosóficos fundamentales, de la mano de nuestro forero Stateus. Para ir abriendo boca, os dejamos con su primera participación...

HANNAH ARENDT: La condición humana
La vida activa del hombre se desarrolla en tres actividades: la labor, el trabajo y la acción. Cada una de ellas se relaciona con una característica específica de la condición humana: la labor se ocupa de la satisfacción de las necesidades vitales, del proceso biológico; el trabajo se ocupa de lo no natural de la existencia del hombre, buscando la utilidad; la acción le permite relacionarse con la pluralidad, con los otros.
La actividad humana, en la antigüedad, se desarrollaba en tres espacios muy concretos –la casa, el taller y el ágora– cuyos límites aparecen desdibujados por completo en la actualidad y cuya jerarquía ascendente ha sido invertida.


A partir de lo que la naturaleza nos da, levantamos, mediante el trabajo, un mundo independiente y artificial. El proceso de fabricación está enteramente determinado por las categorías de medio y fin. Es gracias a la acción y a la palabra que el mundo se convierte en un espacio posible para la vida. Frente a la procesualidad de la labor y a la proyectabilidad del trabajo, la acción se distingue por su libertad constitutiva, por ser imprevisible.


La acción sólo puede ser política si va acompañada de la palabra, del discurso. Siempre percibimos el mundo desde el lugar que ocupamos en él, sólo podemos experimentarlo como mundo común en la comunicación con los otros. Tal como es caracterizada por Arendt, una acción comienza por sí misma una cadena causal, implica tomar una decisión (sinergia), un rumbo, efectuar una ruptura con el pasado al introducir un elemento nuevo. Actuar es añadir algo propio al mundo.


La política como espacio de relación:
La pluralidad es condición de posibilidad y condición ontológica (pues la hace necesaria) de la política.


La traducción de zoon politikon por animal social de Tomás de Aquino ha sido un grave malentendido. El carácter social es algo que el ser humano tiene en común con los demás animales, por lo que no puede considerarse algo definitorio, sino que se trata más bien de una limitación impuesta por las necesidades biológicas, principalmente la reproducción. Animal social no es, por tanto, nada más que una expresión redundante.


De todas las actividades humanas, sólo dos se consideran políticas, la acción y el discurso. En el espacio público, los productos de la acción son valorados por los demás sin atender a su utilidad. Todo lo meramente necesario o útil debería, por tanto, quedar excluido de manera absoluta de la política. El discurso no es un tipo de acción, el discurso está al servicio de la acción, es necesario para explicarla. Ser político, vivir en la polis significaba que todo se conseguía por medio de palabras y de persuasión, al contrario que en el ámbito doméstico. Lo que distinguía la convivencia en la polis era la libertad. El ciudadano se distinguía por poder participar en la Asamblea. La libertad del hombre político era principalmente libertad de expresión, de narrar su acción entre iguales.


Por naturaleza los hombres no son iguales, necesitan de una institución política para llegar a serlo: Las leyes autorizan la posibilidad de la palabra y de la acción, limitan el espacio político. La ley (nomos) limita y, al mismo tiempo, permite multiplicar las ocasiones para la acción y el discurso. El espacio público emerge siempre y en todo lugar en que los hombres libres actúan en concierto. El poder (macht), al contrario que la violencia (gewalt) no puede ser nunca detentado por un único individuo porque surge de la actuación conjunta de muchos.


*Versión abreviada del artículo Descifrando a Arendt, de Stateus (http://miguelgarcialopez.wordpress.com/)

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