Ruta turística de Dan Brown



Es posible que el turista que visite la rotonda del Capitolio, el vasto espacio circular situado debajo de la cúpula que domina Washington, sienta un pequeño escalofrío. Los turistas, los guías recitando la historia del lugar, las estatuas de los prohombres de la patria observándoles… En un marco idéntico arranca la trama de El símbolo perdido, la nueva novela de Dan Brown.

En la novela, la aparición de una mano cortada en la rotonda desata una trama enloquecida por la capital de Estados Unidos en la que los enigmas masónicos son lo que en El código Da Vinci, el último superventas de Brown, eran las leyendas sobre el cristianismo. El Washington de Brown es el Washington masón, una ciudad "escondida a plena vista", como escribe el ocultista James Wasserman en Los secretos del Washington masónico.

La capital está repleta de edificios, estatuas y símbolos masones que pasan desapercibidos. La ciudad fue concebida desde cero de acuerdo con los ideales de la Ilustración, que en gran parte son los ideales de los padres fundadores. Washington representa una ciudad ideal, "el templo central de la religión americana", según Wasserman.

Un paseo por el Washington de Brown podría empezar en la Casa del Templo, en la calle 16, que desemboca en la Casa Blanca. Este templo masónico, donde transcurre el primer capítulo, es un "edificio colosal", para citar la descripción, en su tono divulgativo característico, de Brown, "una réplica de un templo precristiano, el templo del Rey Mausulus, el mausoleo original, un lugar al que ser llevado después de muerto". Los fines de semana, la puerta principal, en lo alto de una escalinata flanqueada por dos esfinges, está cerrada. Están restaurando el edificio. No hay rastro de fans de Brown. Es un templo singular en un barrio de transición entre el Washington blanco y el negro. En el patio trasero del templo hay un huerto y, en un descampado adyacente, un busto de George Washington, el primer presidente. Como otros sucesores suyos, era masón.

A unos diez kilómetros de aquí se encuentra Alejandría, en el estado de Virginia, a la otra orilla del río Potomac. Sobre una colina en cuya ladera están inscritos los símbolos de la masonería, una escuadra y un compás con la letra Genmedio, se eleva el Memorial Nacional Masónico a George Washington. En Alejandría, las puertas están abiertas, hay un parking para autocares, el turista puede moverse a sus anchas e incluso hay una tienda de souvenirs.

De regreso a Washington, y tras dejar atrás el monumento a Washington, el obelisco –otro escenario esencial en la novela– en el National Mall, la avenida central de la capital, se eleva el Capitolio, sede el Senado y la Cámara de Representantes y emblema del poder del pueblo. George Washington se puso el mandil de masón para colocar la primera piedra del Capitolio en 1793. Era el presidente y el primer masón del país. En el interior, las referencia a la masonería abundan: desde decenas de estatuas de masones hasta el fresco en la cúpula que muestra al presidente Washington ascendiendo a los cielos.

Algunos adivinan incluso símbolos masónicos en el diseño de las calles de Washington, realizado por Pierre l'Enfant. Las líneas que unen las principales plazas del centro de la capital con la Casa Blanca formarían una estrella de cinco puntas. ¿Otra trama oculta? Como ironizaba la revista local Washingtonian, quizá este mapa trufado de enigmas sea el motivo de los atascos frecuentes en Washington, la ciudad con peor tráfico de Estados Unidos después de Los Ángeles.

 
Fuente: La Vanguardia

1 comentarios:

Unknown dijo...

este pa leer en el tren del tiron en un par de viajes

Publicar un comentario

Gracias por compartir tus opiniones...